Quiero otra vez domingo
O sábado, o bazar, o feria de artesanías, o de la cosecha. No hay que ir al taller, o a la fábrica, no hay encierro, hay sol, naranjos, palmeras, la plaza de Córdoba, la Calle de las Flores, aquí, con uan fría, un postre, viendo las azucenas, veo una, es también un tres leches, un algodón, de dulce, de seda, mestiza, gitana, caleña, habanera, dominicana, sola, por la plaza, por la isla desierta. No voy a tocar, cuidaré los retoños, los frutos rojos. Quiero solo observar, conocer, es nueva, es todavía un algodón, recién puesto, de dulce, de seda, en sus rizos, sus piernas, mar de seda, turbulento, infinito. Me envuelve, en olas, pompas. Pues, al final, fue una tarde estupenda, deliciosa. Aunque, no hay parque temático, o el barco pirata, estuve como un niño, embobado, con temperatura, pero fascinado, deseoso que no se termine. Así también, como una mariposa, sobre ella, haciéndole ojos, recitándole, para que me dejara ser su amigo nuevo, su acompañante, para que también me dejara ver cómo le queda su vestido nuevo, sus sandalias nuevas, o acariciar sus hombros, sus manos. También aprendiendo de colores, canela, pastel, rosa, carmin, me siento más despierto, todo es más claro, en sus pupilas, espejos, su voz de fruta. El cielo, el bosque, son más vivos, elegantes. Qué pereza debe ser la ciudad, sin plaza, o palmeras, con humo, piedras, animales de esquina, de sótano. Uno se pierde de mirar, hablar con las flores nuevas, convidarlas a un dulce, a bailar, sin rigidez, terror, así, natural, y no pasará nada. Mañana despertar, taller, que otra vez sea domingo, festivo, otra vez dulce. Me acordaré de su cabello, sus pasos, alejándose, así, como la encontré, suave, femenina, emocionante.
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