Mi nueva fijación

Azul, dulceros, jade, arroceros, papeleros, todavía no encuentro los colores, el sobrenombre, para la bandera, el blasón, los trapos, para que Don Farruco, Chen, digan “Xie xie”, vayan al palco, la popular, a ver a su gran amor, la chica del piano bar, de la familia, de los botines, y después de los Giuseppe, los Charlotte. Hoy ha enviado los documentos a recursos humanos, acudió por invitación expresa del hotel boutique, por recomendación de Aimee Duffy, nada menos, también canta, haciendo las redondas, los clásicos de la gramola, el sofá del Cielito Lindo, arena, violeta, con piso de caoba, cuando entran por la puerta, son castañuelas, almendras, baile de salón. Un tributo a Peter Greenaway, al trío Los Panchos, a los clásicos de Beijing y Shangai, sin orquesta, o sacoleva, o traje de cóctel. Como en la era del New Wave, igual que el Nuestra Señora del Pilar, Mary, la niña de los chungos, del centro literario, en la Curling, la Football League, está haciendo la media inglesa, puntaje perfecto, invicta, la seguimos todos, copamos Mendoza, Sevilla, “y ya lo ve, somos locales otra vez”, y sigue tan lozana, pura, exquisita, melocotones, frutos rojos, provoca besar, escaparnos, envolvernos, hasta mediodía. La sensación del 56, la fiesta de los faroles, el Tube, no se encuentra en Tower Records, o en el Soho, pero mañana saldrá en la copa de helado, la muñeca que hacía falta, de muy lejos, exótica, “indie”. Yo quiero ser burbujas, espumas, subiendo por siempre, papel picado, cayendo, el día de la final, otoñal, renovándose, sobre lotos, retoños, dando vueltas sobre su talle, sus caderas, trazos perfectos, como en Dibujo I, y Dibujo II, tengo un taller, los mejores implementos, papel, tinta, todos de piel, corteza, de Catay, nos expresamos, igual, me atrapa, quiero quedarme un rato más, que no se vaya del paladar, que dure por siempre, aunque se me haga tarde, y no sea una idea comercial, un caso de éxito, se apague, como en la fogata, después del vino. Mañana no sé cómo amaneceré, si od´re ir a la Opera, al taller, puedo acudir a la junta, sin dormirme. Tan rápido es todo, nadie se espera, no hay tiempo para una sobremesa, unos lychées, un digestivo, una conversación. Yo quiero que me quede tiempo, para el tributo, los “covers”, verla cantar, como a solas, frente al TV, con el búho, la sirena. Ya es de la Liga, del salón de la fama, con sus privilegios, las publicidades, del perfume, el último modelo, que van a perdurar por siempre.

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