Si conociera a María hoy


Si conociera a la niña de la biblioteca, de esa tarde, vestida de seda, en puntas de pies, conquistándome después de la sobremesa, antes de ocupar mi cubículo, hacer las entregas, ser un buen empleado. Pues, no sé si me deje ayudarle con los libros, o acepte mi tarjeta, mi servilleta, mi indulgencia de escritor trovador del camino a la huerta a la plaza de mercado, o me acepte solo con la máscara, la pose social refinada reteñida. Más aún, no estaría hoy con el traje de paño inglés de colorines amarillo, zapote, en líneas delgadas sobre ocre, tierra, lo que quedó de voluntad, amasado en el taller de cerámica de la guerra convertido en un tonto útil, diligente, con entusiasmo, compromiso, dedicación. Estaría tal vez con un traje más austero, "underground", de la feria de Palermo, París, Milán, promocional, liviano, auténtico, suficiente para hacer juego con mi pelo largo, abundante, rebelde, mis mejillas, mis manos, todos desnudos, al sol, de Delhi, Daca, el campo soleado después de la tormenta. Mi servilleta tal vez tenga una rosa, un ave del paraíso, cubista, impresionista, de la hoja final del cuaderno de catecismo, o solo "Hola". Pero seguro que funciona, funcionará, no pasará lo contrario, sé las referencias bibliográficas, estoy incursionando en el negocio del calzado, tengo mucho tiempo para mí, sé un cafecito en La Candelaria, en La Macarena, estilo francés, suizo, con vista a la capital, al jardín, al picaflor. Tal vez haga cara de cumplir un año de edad, cubrirme de torta de chocolate, ser el ser más vulnerable y el más rebelde. Ser tierno es la diferencia, la revolución, la tentación de escaparse, batirse frente al mundo, apoderarme de sus tesoros. Sí será como esa tarde, calzar sus zapatos nadar entre seda y terciopelo, caminar de gancho, ahora sí vamos a cantar a dúo por el camino, nos tomaremos de la mano, María es un encanto, clásica, inglesa, coqueta, sexy, será como en la canción de moda en los 70 en Buenos Aires, Montevideo, Madrid, que cantarán después los peones y las peonas de los 90 y bailaremos en La Noche de la Nostalgia. Tal vez también se deje convidar un par de zapatos como los que tiene, rojos, de plataforma, con una florecita antes de la punta, abiertos, atrevidos. No se me va a escapar así terminemos y seamos amigos al día siguiente.

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