La manía

Campari, Cinzano, "Rosso, Rosso e Bianco", vino tinto, pasante, ligero, al instante, "Cheers", y yo aquí, otra vez, como una vez, un domingo, en la cabaña, frente al lago, o camino del teatro, sin comer nada, o haciendo maletas para Madrid, o sentado en el Hard Rock Café; camino despejado, sin límite, mejor a toda mecha que parar, tinto buen cargado, taurina pura, metabolismo caliente, escalera "Decó" hacia el cielo. Todo es aire puro, el pecho hacia adelante, brazos abrazando el mundo, música de ronda, murga en gallinero, en la popular, me siento chévere, positivo, iluminado; y yo aquí, como esas tardes, noches, de nuevo una noche traviesa, y de nuevo, es por un retoño femenino, como aquellos, en denim, "Vagabond", en pistilos de roble, o de marfil, de sus labios, notas de pulpa, de miel, y de sus formas curvas, dibujos acogedores, "Shingo", "Clamp"; pinceladas delicadas, y también profundas, pasando educadamente, y sacudiendo desde las raíces, desnudándome, poniéndome en evidencia, descubriéndome al sol; la picardía, los juegos, se saborean en el paladar, envolviéndome muy formal, sin ahogar, con un guante, con intención, hasta alcanzar la pulpa; estoy soñando, pero estoy más despierto, "Todavía no me lo creo", la dejación, la vagabundería, ya caducaron, y así funciona la cabaña, y así explota la manía. Es de Córdoba, como aquel retoño, hace poco, con su blues, cantando sobre la mesa, "gitanas", floreciendo entre azahares, niñas eternas, y yo también quiero jugar con ellas; pero ella, tiene los pies más exquisitos de la fiesta, una muñeca que baila sobre mi mesa, reina de belleza, de la fiesta, recién elegida, y yo quiero que baile conmigo también, no perder un detalle, darme un chapuzón, es "crocante", "flambeada", y yo me muero por probar, a bocados grandes, que ya puedo abrir más grande, y puedo comer y beber como antes.

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