Me alcanza

Después de las onces, la tragedia griega, los cuentachistes, “Café Concierto”, con Alfonso, Magda, está la niña, sola, con sus “morenitos”, con su trompetero. Ahí está, sola, en su tocador, la arena del circo, el Teatro Colón, sonrosada, evidente, recién puesta en la mesa, con su aperitivo, sus fresas, su “Chateau”. Esta tarde, noche, después de la nevada, no es como siempre, está renovada, como el gran Bilbao, Vilnus, internacional, abierta al mundo, abriéndose, rosa, manantial, como despojándose, despertándose, siendo una niña, me conquista, me sonroja. No es la rutina de siempre, su baile. Es algo dentro de su pecho, sus mejillas, de sí misma. Un lápiz, unas medias. “Bonus Track”, la otra que pide el público, sobremesa, chocolate, sol sostenido. Vamos todos, después de clase, del bazar, más temprano que de costumbre, después de jugar, a verla cantar y bailar, en caravana, haciendo barra. Es una sirena, una muñeca, la sirena está cantando. No puedo evitarlo evitarla, me persigue, me atrapa, aunque huya al Sahara, a Angkor Wat, aunque pase una noche, un verano, una era. Igual que después del verano, de la Copa Mundo, es como siempre, no cambia. Pero, aunque esté a salvo esta noche, mañana la buscaré, en mi chocolatera, en mar abierto, Mar y Cielo, en el salón de baile, la “Belle Epoque”, en el casco viejo, en la “FAO Schwartz”, en River, dando la vuelta, en una cascada de papel, en la Zona G, cuando sale la “Acadé”. Es mía y de nadie más.

Comentarios

Le Moustre ha dicho que…
ahora que mencionas a Bilbao, me arrepiento de no haber tenido la fuerza física y la disposición mental para aguantar unas cuantas horas y llegar desde San Sebastián a allí para conocer, deleitar la mirada...

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