Un mirón
Hola. Mucho gusto. Bueno, no. En fin. Creo que ya no podemos ser amigos. Para tí, me convertí, en un extraño, inmigrante, sin papeles, en mi balsa, sin haberme duchado, un mauritano, yemení, hispano, de color de piel no apropiado, así también, mi vestido, mi mirada. Otra vez mi mirada. Qué va. Siempre lo mismo. Mis ojos, marrón, ocre, volcánicos. Dos fierros, dos cuchillos, en tus mejillas, tus manos nuevas, tus antojos, debajo de tu blusa, tus medias, tu “corso”, tus zapatos de tacón nuevos, que compraste para salir, al cóctel, a la feria, con tu club, tu amor. Aunque haya ido a la barbería, o este cubierto de algodón, lavanda, o no hable con desconocidos, o ceda el paso, o sea un querubín, esta curiosidad, estas travesuras, jugar con mis ojos, con los implementos de taller, la cocina, me convirtió en un lobo, una hiena, un reptil, de sangre fría. Ya no sé si sirve, entregar disculpas, una carta del Presidente, el secretario de la Organización de la Salud, un “cheesecake”, algo que diga, “Soy un niño formal”, para redimirime, echar reversa, “resetear” mi imagen, mi persona. En fin, no hagas caso, igual, pasó como si nada, tú puedes ir a tu oficina, tu fiesta, yo seguiré a mi fábrica, aquí no pasó nada. Puedo darte algo, para “indemnizarte”, “Algo pequeñito”, que diga también “Prometo mirar más juicioso”, “Eres un sol”, “Una flor, un lucero, rosa, aguamarina, que me hizo soñar”
Comentarios