El primer fresco
De agosto, de otoño, con sus hojas, picadillo de hojas en el Monumental después del sol, del verano. Ahora sí no más verano, no más sed en los labios o arena o escamas como el lagarto del desierto o las hormigas escapándose en busca de una roca o mermelada. Yo era un empleado diligente, me dijeron que hay honestidad en mi mirada, me aceptaron en la compañía y ahí conocí a la rubia. Me pareció muy atenta conmigo, me sedujo tanto eso que pensé que también tiene una sonrisa de mermelada también, tal vez sea un buen partido, o cómo será si nos vamos a vivir juntos. Así que le hacía visita, le traía los dulces del corrientazo, unas servilletas con las estrofas de los éxitos del "tour '13" y los viernes unos origamis o unas obleas y a mí no me da pena que esté también el jefe o los colegas de pregrado de siempre. Una, no, dos veces me hizo llorar buscándola en la despensa con las amigas haciéndose visita, porque me dijo "Ya te atiendo" , y como siempre le dije "sí", y no la invadí, la esperé toda la tarde y me dejó metido en la puerta. Después me presentó disculpas, me dijo que tan lindo. Quedó al final en nada y casi me meto en un problema porque se comprometió con un amigo que la recogía en la moto, en el topolino y me dijo que eran solo amigos y no me aguanté haber hecho tanto y comenté con un colega un asunto de ella en su trabajo. Después renuncié, me dejé el pelo largo, me fui con la comparsa, me dediqué a las artes, hacer accesorios a mano, bocetos, collages para el proyecto REVISTA y en la galería conocí a la malaya, y a la chica de Christiania. Estoy entre una, otra, Diana, clavo y canela. A la malaya le gusta el "indie", los acústicos, me pareció también muy atenta y pensé tal vez en que eso es muy gentil y le gusten los zapatos de la boutique y ahora no puedo evitar ver sus fotos o a ver con qué excusa la visito a su despacho sin tener que esperar a que se desocupe o llevarle un capuchino o una cerámica tallada con un post de las Onces o tal vez por fin sea esa brisa fresca que pondrá fin a mi verano fuerte abrasador. En cambio la chica del área soberana de Chrisitania con su constitución, su autonomía, es una artista del salón de belleza, me hizo un corte a la moda, tiene unas manos y una voz muy suaves, de terciopelo, su cabello se funde en sus hombros de bronce, parece una palmera sin tacones, me hipnotiza, la quiero para mí, pero vive muy feliz con su esposo y su niña, igual tampoco la puedo llevar al caso viejo o al Seven Sky porque no le gustan los clásicos. No sé qué hacer, yo creo que mientras seguiré con mi proyecto de convergencia móvil, levantar la plataforma de movilidad para visitar San Telmo, Praga, Shibuya ver los vídeos chistosos y abrir una mesa redonda de ensueño en cualquier parte del mundo todo en el mismo sitio. Pero después de todo la malaya tiene una silueta fabulosa, se ve más atractiva con las lentillas o los lisos, la rubia tal vez acepte salir, pasar por ella al salón, aceptarme un helado de canela, tal vez.
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