No estuviste
Escampó, fin de la tormenta, del motín. Me quedaré un rato más en la trinchera en busca de mi salvación afuera, después del ruido, en tu estampilla de correo, tu carta estilo francés, tus ojos miel, húmedos, sin un final feliz. Aquí buscando como loco salvarme, tu respuesta, saber si te salvaste, estás viva, encontrarte, en tus ojos, tu tocador, tu locura, si es verdad que despertaste, te iluminaste, ries como en los chistes o en el encuentro de los "compis" del "insti". El tiempo se agota, mis provisiones, mi paciencia, mi fantasía. No encuentro más que el reglamento del claustro, el manual de urbanidad, las máscaras del baile, o de lo que quedó de la era del baile y del merengón. Busco, espero, tiendo la coartada, entre el follaje, lo dibujo en fondo azul en negativo, a ver si pilla el anzuelo, pero no hay el ser vivo, el retoño, o al menos el manual de la locura o la revista barata, plebeya, escandalosa. Pues, bueno, cuando haya paz, venga la cruz roja, azul, "bleu" por mí, me lleven, huyamos, esté salvado, yo me quedaré ocioso, en blanco, frente a la tele, o al paisaje, en silencio, necesito silencio, descansar de la palabras, las frases, las flores de esta mañana, los adornos, lo que sobra. Está bien, tal vez quiero que el gobierno me indemnice, o la pensión vitalicia, o lo que me corresponde por ser lo mismo que todos en esta guerra, esta matanza, o sea, todo niño diligente, "comprometido". Dejar así, pues, igual, sé cómo funcionas, cómo acceder a tu puerta desde el sendero destapado hacia la hacienda, tus círculos, en tus pasos, tus encuentros, tus fotos. Podemos quedar en paz. Tal vez también me lastima, me deshonra ser el bueno, el buena gente, hacer el rol, hacer la fila. Ah sí, el bazar está bien, la venta de domingo, las promociones, todo es tan de marca, o de moda, gentil, comedido, educado. Pero me voy a la villa después de esta, al jardin, a ver si encuentro la flor, la pulpa de fruta, frágil, viva total. Yo quiero sentirme vivo también.
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