Yo quiero estar
Sí, ya sé, se me nota en mis cejas, mi voz de novato, turista el primer día, no tengo la exclusividad, no sé de ti, estoy celoso, posesivo. Celoso del atardecer, el sol yéndose a dormir, los restos del chubasco, las gotas que se quedaron hasta tarde entre las hojas, testigos, escuchas de tu momento, de tu tocador. Celoso del tocador, el espejo mágico, formal, leal, solo para ti, en tu vanidad, en tu momento con tus tacones nuevos franceses, italianos, estrenándolos, tu nuevo guardarropa, jugando sola a la princesa del baile. Se van de fiesta todos contigo. El banderazo, la fiesta del título no es en el Obelisco o en la Rambla sino en tu cuarto. La niña, la pastora joven, la porrista el primer día, tienen su grado, sus primeros zapatos altos de conquista entre cotillón, papel al picadillo, la villa de champán en miniatura. Avanzar en tí, ser una persona nueva, el espejo dando una portada de ti sola, todo es divertido, contagioso, escandaloso, emocionante, como el preámbulo antes de año nuevo o de la final del mundo. merece vestir de papel, los cantitos, todos abrazados, en la nevada, el aguacero, o después con la bruma, y después es la merienda, las onces, el chocolate, las tapas, alcanzar el cielo por siempre, la fiesta hasta la mañana. Tú tienes la rosa, la partitura perdida del Broadway Sunshine, la lírica, el "sing-a-long", la historia de la canción más coqueta, diáfana, que hace dar pena, querer escuchar a escondidas, ovacionar por siempre. Yo quiero participar, del brindis, la murga, el baile, sacarte a bailar, y después también me dedicas una balada, te sientas en mi regazo, te abrazo al final. Estoy celoso de tu cuarto, tu salón de baile, los invitados, todos tienen tu vanidad, tu mirada infantil, tus caderas musicales, elegantes. Mañana es en el bistró, el escondite, nadie más.
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