Muy curiosa


No es radical o gótica o rebelde. No usa piercing o gorra de lana o botas de servicio. No va al "Música al parque" o al dhabi camino a Delhi. Más aún, me choca como siempre que se siente con sus colegas cerca a mí en el corrientazo. Yo voy porque es más barato. Pero hablan solo de la oficina, la franja familiar, ni al menos algo de Discovery o Disney. Debí haberme ido temprano de la fiesta del jefe esa noche en vez de mezclarme con los peones con corbata, sin champú, sin voluntad. Ella me pareció atractiva como la ejecutiva del Soho en minifalda, no me aguanté y le pregunté si quería un cóctel de la barra. Conversamos fácil, me pareció muy curiosa acerca de Amsterdam, Copenhague, Hamburgo, los 70s, la sal marina, los caramelos, las amapolas en marzo primaverales atrevidas, acerca de aquello mordaz, privado, oral y lo que en su mundo seguro rígido es tabú, y qué es tabú, o atrevido. Yo le hablé de "La Noche de la Nostalgia", la constitución de Uzupis, "La Virgen y el Fotógrafo", Canterbury, Londres, París, lencería, paz, amor. La convidé al sofá, un vermouth, aceitunas, acercarnos, sentir, salir de sus curiosidades, hacer que llegue a la cumbre. Yo estaba muy curioso también acerca de por qué una persona de un mundo tan cercado sin jardín o pajaritos va junto a mi mesa con esos rizos abundantes y esos tacones tan infinitos. Yo me voy a dejar el pelo más largo, no usar más ese traje que me ahoga y me voy también de ese trabajo al  caserío a pintar y ver más amaneceres. Pero no puedo evitar ser un buen chico diligente, ir con ella a la biblioteca con su piano y sus libros de Wilde, Disraelí de antes de la milonga todos polvorientos marchitos. Nadie va por eso y yo voy cuando se antoja y me convida a salir de curiosa todavía, seguir hablado de la revolución, el sol en su piel, rebelarnos, abiertos al mundo, llegar hasta el fin de ese mundo juntos. Creo que soy un pardillo, frágil, manso. Tal vez es que me usa toda curiosa. Cuando es cita acude con su lencería favorita, suya, mía, sabe mis gustos, mis fantasías, la del tocador, la del burlesque, las historias más emocionantes debajo de la mesa, e interpretarlas comigo hoy mañana o después del milenio. Yo también sé sus gustos, sus peluches, su beso, su canción favoritos, aunque no se la sepa dejo que me la cante. Tal vez la llame mañana, la convide a cine o a bolos.

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