Onces a las 11

Todo ocurre a las 11. El recreo, las medias nueves, el café, el sol, los colores pastel, claros, tibiios, el proyecto personal en la oficina, todo es a las 11. Visitar a Diana, Lucía, Andrea, Angélica, escaparse a su mesa, con la poesía emocionante en la servilleta, el dibujito, el presente de día de la ejecutiva, los trazos, los versos son para las 11. Tras de la trova, la rutina de baile, está la fantasía o la escena del beso o lo que está en la agenda o el manifiesto racional y todo es para esa hora. Me da pereza cargar la encomienda o ir a la conferencia con el alto cargo o enterarme de la paz, no sé cuál paz, o atender lo que importa al mundo adulto. La firma del tratado, la tregua, la revolución, es contigo, en voz baja, a solas, sin veedores o tutores. Los versos, los paisajes ocurren en tu piel, tu "wardrobe", tu vestido nuevo, cuando ocupas el sofá con tus calzados hasta las nubes sin que los colegas se den cuenta o se despierten de su letargo mañanero. De pronto una hora antes de mediodía soy el gitano con mi pelo largo, libre, corsario, divisando los siete mares, locamente enamorado. Tú eres mi sueño despierto, mi princesa gitana con su cabello infinito, en alguna vida pasada en la era de la conquista o antes del automóvil. Tu piel de manzana es azucarada con sus frutos rojos y sus aderezos. A esta hora tal vez no acuda a la sesión extraordinaria o la clase magistral porque necesito verte, fluyo hasta el infinito con tu traje inglés o tu lencería o los modelos de la vitrina tan exquisitos como para quedarme a medirtelos y después recorrer contigo los caminos de las historias de los libros gigantes con besitos. A esta hora yo también quiero descubrir contigo un mundo nuevo, actual, glamoroso, en tus pasos nuevos, altos, delicados, amorosos, besitos en tu camino. Yo quiero ser tu escudero fiel, tu edecán, curiosos, inquieto, sin paparazzi, desconocidos, forajidos en busca de tus tesoros, tu jardín, los antojos adolescentes inspirados en tus piernas al mediodía por la Rambla, cuando miras al cielo y los mirlos escuchándose desde lejos, serenata, también a esta hora y cuando sonríes sin poder resistirme y adoptar una pose firme, adulta, inglesa delante de la gente. A esta hora también me da pena.


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