-cartas.doc- Una fijación traviesa
Hola linda; bailarina; La brisa acaricia las hojas, los tallos, el abrigo y el soporte, de mi jardín. Espero pases un día amigable, y descanses contenta. Gracias por dejarme conocerte, e invitarte a comer. Me encanta verte por 1a. vez, llegar a tus mejillas, y tus hoyuelos de quinceañera. Quiero invitarte otra vez, que me cuentes de tu trabajo para el colegio, pero quiero más, volver al porche de la casona, y cuando te tallen tus sandalias árabes hasta el cielo, y tus medias de seda y de arena, ser formal, comedido, y hacer que tus pies no se lastimen. Te invito a comer otra vez, te invito al "Ritz", te doy gemas, de la tierra, del mar; te daré un vestido de mariposa, una aventura por el mar, y me dejas ser comedido, tu galán, tu modisto, tu chaperón, fijarme en los detalles, y no dejar marchitar las flores de tu jardín. En la biblioteca, dejando de leer a Nietzsche, para verte con tus libros, en el el salón de clases, la plaza del barrio, tu admirador secreto, los contertulios de la casona, te dan los tesoros de la cueva, por tus ojos de mar, tus mejillas, tus labios, tu cintura, todos rosados, calientes; por mí, no me interesa, comerciarlos, robármelos, o para a contemplarlos; hoy mi tentación, mi bocadillo con leche en mi alcoba, es, suave, azucarado, cubierta de minifalda, capa de terciopelo, seda china, corazón de melocotón; por los caminos, el valle de tus piernas, hay tesoros, manjares, la ciudad antigua perdida.
Te sueña, paladin
Te sueña, paladin
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