¿Qué probar?
Medianoche, corriendo, cada vez es más angosto, encerrado, no tengo escapatoria, no hay opciones, me ahogo, quiero salir; todo es una necesidad, todo converge, lo necesito desde hace mucho, es el llamado desde los tiempos de la cometa, las “Empanaditas pues”; desde ese tiempo, he paseado por Madrid, Nepal, ido de tapas, probado piñas, de tierra, mar, conocido las flores más delicadas, exóticas; y siento lo mismo. Todo sigue igual. Todavía quiero una amiga de la U, un desayuno con frutos rojos, el tándem, en la ciclovía, el karaoke, el concurso, quien heredará mi gramola, mis comics; de pronto me siento, a la mitad, incompleto, en busca de La Otra Mitad del Sol, ya, desesperado. Ah sí, tiene sentido, el llamado desde hace muchas generaciones, bello, funcional, económico, más seguro contra los derrumbes, etc.; Pero también, todavía quiero mi compinche, mis fantasías, el noble en la gran cuidad, otra Primavera Party, también con sus frutos rojos; viajar, pasear, ha sido, es, mi escuela, mi excursión de undécimo, expuesto al mundo, y también es seguro, más todavía, un gran banquete, estar en gracia por siempre. Como en todo, al final, ir por una heredera al trono, una casa victoriana, un coche grande, todo más grande de la cuenta, tradicional, sin tinte, cargado por siempre, no es igual a lo más suelto, o seguro, o estable. Tal vez necesito algo más profundo, más íntimo. Me siento a gusto siempre, con un deportivo, años 50, mi Concorde, mi RISC, con una azucena, sencilla, solo consentirla, “softly”, no se siente, aplicando el torque suficiente, estoy presente por siempre. Probar, pero en vez de lo tradicional, que está pasado de condimento, agrio, algo más cercano a la tierra. Todavía no sé qué es, pues sí, no sé distinguirlo con mis ojos, pero más dentro de mí, creo que ya lo encontré.
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