Como un juego de la celeste

Como el campeón por primera vez, como Ballesteros, Nasazzi, Scarone, un modelo 50, Varela, Schaffino, Ghiggia, o un 70, Mazurkiewicz, Matosas, Cubilla. Mucho fútbol, fuerza, garra, todo es tan masculino, pues, no eres Cindy Crawford, Irene Saenz, Iris Chacón, eres una niña todavía, la niña de su casa, los cuentos, el nuevo talento. Pero, todo se relaciona, se conecta, el ciclo del agua, mar y cielo, hermosa, completando el círculo, un surco, un cuenco, circular, prefecto. La celeste, me gusta el celeste, tranquilo, infinito, exquisito. A la hora del té, las onces, chocolate, queso, ricotta, espuma, viendo escampar, el cielo fiusha, mango, hasta de jade, como en el Centenario, los clásicos de antaño, “La noche de la nostalgia”, nuestros juegos de niños, no necesitamos reglas, todo es tan correcto, tan sano. Soñando en el fonógrafo, el Twist, Barclay's, el Foxtrot, necesito contarle al mundo que te escuché, te sentí, clásica, y moderna, caminando sobre porcelanas blancas, tu mirada, tu cintura, bailando sobre la mesa, soñadora. La celeste, siempre, como la celeste, con fuerza, gracia, siendo tú misma, das un baile, la vuelta, ganas el lauro. No me había tocado alguien, tan joven, retoño, abriendo su diario, siendo tan veraz, y tan femenina. “Caliente, helado, no puedo evitarlo, no puedo olvidarlo”. La familia, el clan, no quieren que faltes, en la cena, la boda, la noche buena, pero eres también, de Montevideo, Recoleta, Puente Alsina, París, Vilnus, eres del mundo, internacional, más que la marinera, Tongolele. Yo quiero escaparme contigo, ser tu amor de viaje, juguemos, cantemos, que cantes así, hundirme en tus mejillas, tus manos, arenas movedizas. En la era de las corporaciones, las alianzas, las conveniencias, juego contigo los juegos de antaño, después de la escuela, nos coemos el mundo, somos campeones, por primera vez.

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