Locos dieciséis


La primera vez la vi en la película de guerra. Después en la revista, en el vídeo musical. Y desde ahí, de vez en cuando en mi pupitre, en Trocadero, en trigonometría, el Mio Cid, con su look sesentero, su minifalda, bailando el Son de Negros en Cuba, tengo recuerdos, bailando para mí, sin poder estudiar, o cada madrugada, a este joven curioso, arrebatado, fértil. Pasó el tiempo, todavía voy a los arcades, ahora hago la maqueta de la Grand Premiere en 3D, ya no soy tan arrebatado. Pero has vuelto, igualita, con tus pies juntos, de denim, seda, terciopelo, todavía haciendo los pasos de baile. Esta mañana eras la más linda de la clase, con tu cabello, tus slacks, bailando sobre la mesa, con ganas de no dejarte escapar, en cada abrazo, o con ganas de empequeñecerme, verte modelar así, buscar por el mundo tus piernas, tus labios. Y después de la hora de la sobremesa, el digestivo, eras perfecta, tu cabello, tu nariz, todo perfecto, como las planchas de dibujo técnico los martes, las que no terminaba con gracia. Saliste como en la película de guerra, eras la de la película, y después la de mi sueño profundo, así como tal, clásica, inglesa, excitante. Yo con curiosidad, deseos, de ser uno de los del patíbulo, postrarme a ti, estar más cerca de tu gracia, de tus calzados, los más altos, los más lujosos, de tus encajes bajo tu falda de algodón. Tus piernas son de seda china, de porcelana, de París. Si fueran mis dieciséis me despeinaría, escaparía de ti, con mis libros, o con mi almohada. O tal vez me animaría, y te pediría ser mi novia, así, en la entrada de la tienda, delante de tu amiga. Además pusieron en la gramola a Mauriat, Kaempfert, el "Pour un Flirt", me hubieras esperado, o quedado conmigo, ibamos a bailar, a picar, a querernos en los cojines como en la novela; yo te traía una rosa, así después de regada en el vivero. Bueno, igual nada ha cambiado, todavía soy tímido, me asusta la etiqueta, me harías poner rojo, te reirías. Pero ya sé dónde preparan unas onces riquísimas, un sitio donde bailar los clásicos, todavía toca la Cali Charanga, me vestí elegante, sé la forma para que no te tallen tus tacones. Como sea, me soñaré contigo te veré  en el vídeo del merengue, comiendo un helado a la entrada, así sentada, sin tocar el suelo, con alitas de seda.

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