Fue estupendo

Para qué, pero, fue un gran día, una gran noche; ahora lo que falta, es, un Chateau, o un Vermouth, y mi bata nueva, de seda china. Para ser un canalla, un truhán, pirata de los mares, nada mal; en este tiempo, de la crisis financiera, de “estar comprometido”, ”madurar”, que no es más, si no, marcar la tarjeta, saludar en el ascensor, en los cubículos, y sentarse en el puesto de siempre, ser comido por el día. También fui “un mal elemento”, un provocador, una manzana podrida, muchas fechorías para este mundo, pobre mundo, “pixie”, corporativo; yo, convidando medias nueves, otras cosas, por el correo, pidiendo permiso para escaparme por la tarde, al jardín, al callejón del beso, tomándome un minuto más de almuerzo, de “vianda”, haciendo pereza; me faltó unos chocolates, unas donas, haciendo la parodia de Homero; en fin. Mi flor del jardín favorita, mi azucena, dió unos colores inolvidables, una fiesta, Roma, el Palacio de Versalles, música, manjares, danza, una delicia, nadando en el jardín, entre las margaritas, los frutos rojos; y, llegando a la cumbre, una diosa, del Sahara, de “Chin La”, nativa, única, ojazos, labios, hasta quedar profundos. Me voy a dormir, echarme una manzana, todo me lo merezco, hoy goberné, hice una revolución, fue inolvidable; a ver si lo puedo repetir, por fin, con Liza Minelli, o Jennifer López, con mi azucena, o una margarita, o una heliconia; hoy soy una luminaria, me duelen las mejillas, me duele todo el cuerpo. Mañana, o pasado, es el tiramisu, o el tres leches, a la hora de las onces, a ver qué invento en la oficina.

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