Despertando

Después de clase, me puedo escapar, a la cúpula, el bazar, aunque sea en la zona franca, el contingente, lejos de mi casa, a ver a la azucena, la jardinera, la chica del calendario. Qué boca, qué piernas, qué manos, todo de terciopelo, almibar, melocotón. Ya no puedo quedarme en mi casa, en el bazar, escuchando los vinilos, con la pecosa, soñando jugar para el Madrid, o el Racing de Pizzuti. Los del salón, la pandilla, ya no salen en jeans, Converse, por el parque, el Eje Ambiental. Esta tarde fui a devolverle el libro a mi “senpai”, a la Condesa. Ahora está allá, en la Multinacional, con su traje Thompson, en una oficina, haciendo un informe para el banco, en una PowerPC, rodeado de primerizas, más azucenas, en paño inglés, “sheer”, para pedir un puesto, quedarme a verlas, convidarlas a un barquillo. Ahora todos son ejecutivos, ganando en dólares, una pensión vitalicia, paseando por el Country, saliendo al Pub. Ya no sé lo que me espera. Quiero seguir jugando en el bazar, escaparme este puente, a jugar fútbol hasta la madrugada. Yo creo que tengo tiempo. El próximo semestre hago la pasantía, compraré un traje, montaré un sitio de compras, viajaré a Buenos Aires, Madrid, ganaré dinero, invitaré a la azucena, después de su turno, a una pizza, unas frías, bailar, bajo el farol, la puerta del castillo, “tranzármela”, que dure para siempre. Mañana voy a invitarla una empanada, sushi, con mi mesada, el efectivo por las estampillas. Ahora estoy en otras cosas, tengo otras necesidades, “chimbadas”, fijaciones, fantasías. No quiero perdérmela, en su uniforme, en minifalda. Me gusta cuando está organizando los discos, hablando con sus “senpai”, derecha, gentil, la rosa más alta, en su mesa, sentada, no es una minifalda, es tan corta, delicada, “swinsuit”, “very hoy pants”, baguette, lomas de seda, una sobre otra. Todavía no quiero algo formal, costoso, un coche, un paseo a la costa, o un asado. Tan solo mirarla, convidarla, al parque, la mesa esquinera, unas onces, de café, frutos rojos, maracuyá, frutos, en su piel, parece de 15, una flor, de Cartier, Pretty Polly, me enseño el dije que le regaló su novio, el cuarzo del amor, me enseñó su zapatos nuevos, en busca del cielo raso, una lanza del amor, en sus piernas, una ladera, yo quiero rodar, dejarme caer, sin peso, sin afán. Es exquisita, femenina, rica, me despierta, me hace suspirar, volver a mi cuerpo, imaginar, pensar en lo inimaginable. Despertar, también, es entretenido, aguanta.

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