Me merezco soñar

Por el derecho universal de soñar, por la gracia, lo legítimo, de sentir cosas, quererlas. Pero, estamos en la era de la conveniencia, la privatización, hasta para soñar, hay que aprobar, ganar la licitación. Otra vez, igual, la saga, la repetición, hace muchos ciclos, soñé mucho, con la gran gala, el gran baile, del clan, la descendencia, la fantasía de la gramola, el barrio colonial, las flores del jardín, el zaguán, contemplándonos, amarnos, ser quinceañeros por siempre, me dejé llevar, conseguí el centro de convenciones, el anticuario, la orquesta, conseguí los refuerzos, prometí el título, vino la gente, carnaval toda la vida, y algo pasó, pasé por alto el detalle, me quedé atrás, pasé revista a la nave, tomé las medidas, me ocupé personalmente, pero todo fue en vano, y para saber que era de otra forma, me preparé para recibir una princesa de París, siendo de Pekin, me preparé para la competencia equivocada, estaba en el lugar equivocado, me quedé del camino, mis sueños no fueron realidad. Y gracias que no ha sido peor, conservé la calma, salvé lo importante, para recomenzar de cero. Me salvé, estoy vivo, aprendí, pero siendo como si no hubiera aprendido nada, me van a ver la cara pintada, me da miedo que me ocurra otra vez. Ahora no estoy, tengo más cosas, antes que me pase otra vez, el universo es importante, el paisaje, recorriendo el valle, en mi montura, el río, las aves, no se van a repetir. Pero, si es el precio de soñar, tener fantasías, estar vivo, en los recuerdos, no perderé eso, el recordar, ver, lo que nadie más, lo que hae volar, navegar. Me pasó, elegí no ser niño más, y por ser adulto, perdí a Madonna, mi margarita, pasó por mi lado, clara, íntima, y no me molesté, en decirle “Hola”, hasta mucho después, cuando ya eramos adultos juntos. Por eso también, en la era de la azucena, me acordé otra vez de ser niño, dejarme llevar, tocar, envolverme, estar aquí, ahora. Aquí, ahora, no tengo el castillo de la monarquía, el convertible, deportivo, de 6 cambios, menos tendré la fiesta colonial, con la princesa. Ahora, poseo mi chocolatera, la cuido tanto, para saber que por siempre no la tendré. Esta mañana sintonicé el canal de los clásicos, ví “Fantasía”, la novela costumbrista, tuve encuentros, con la rubia de seda, la azucena de la India, mis amigas nuevas, queridas, y me amargo porque perdí la cita, y revivir la novela colonial. Ya sé por dónde va. Necesto tiempo para meditar, despejarme, sentirme vivio, practicar el desapego. Soñar, tener deseo, es una gracia del universo, no es reprimible, y no es rígida. Ya no importa que estemos en la era del sensacionalismo, el escándalo, la represión de la inocencia, de la ternura. Soñaré más, me apegaré menos, me sentiré más vivo, confiaré en el universo, en mi montura, descendiendo por la trocha. Así funciona. Soñaré más, como en la era de la colegiala, “undergound”, soñó también, se volvió la niña de las flores, mi chica de revista, soñé con ella, todavía es lo máximo, internacional, deliciosa. Soñaré, me cuidaré, no controlaré, seguiré vivo también.

Comentarios

Le Moustre ha dicho que…
Por dejar de ser "niño" también perdí muchas cosas, y considero que no es justo. Yo necesito despegarme de esta esponja mal hecha en la que actualmente vivo, sino puede que siga haciendo desaparecer otras cosas. Y eso sí que sería triste.

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