Una audición
Qué ojos, qué caderas, qué mejillas después de tus ojos, qué manos, qué yemas debajo del canto de tus manos, de porcelana, de mora en leche, qué espalda, qué piernas, qué pasos, debajo de las botas de tus jeans, sobre tallos, agujas, de piel bovina. Después de la tormenta, el frío, atrevido, anárquico, es una mañana hermosa, es un cuadro de Monet, del amanecer, el sol, las nubes, los cerros, caminando por el jardín, la espesura, el rocío de fiesta, regresando al nevado, al hogar. Ha sio la mañana perfecta, para salir, montar el campamento, la escenografía, traer el paraguas, el “Crosley”, el juego de mesa plegable, escuchar música, observar la naturaleza. Desde la estación, hasta que has cogido la carroza, el rickshaw, para ir a a editorial, la embajada, me tomé la molestia, te acompañé, seguí tus pasos. Sin hacer ruido, en la sombra, sin dar evidencia, me organicé, me acomodé en mi poltrona imaginaria, para contemplarte, a casa paso, de afán, de baile, como una palmera, en el Caribe, a ritmo de tambores, danzón, guajira, moviendo tus hombros, tus caderas, en balance estupendo, liviano, sobre tus modelos nuevos, de la tienda de Londres, París. Pero, caminando tras de tí, camino al trabajo, también haciéndolo, en el centro de la ciudad, de Bagdad, Calcuta, Caracas, sin hacer ruido, sin pasar una pena, o ser presa de la autoridad, o sin un distintivo, un uniforme, de la brigada, la defensa, algo que me haga legal, oficial, me pierdo de hablarte, decirte “Linda”, u “Hola”. Ahora elijo la bohemia, el “Gypsy”, la gitanería, a corto plazo, no acumular, sino disfrutar, lo que encuentro, el jardín, las golondrinas, en el camino, ahora. Ya no quiero acumular, ir a buscarte, para acumularte, invertir, en un café por la tarde, o en otro encuentro, para esperar otro mañana, o desapegarme, de esta desconfianza, de no tenerte, y así sucesivamente, acumular más tarde, y estar seguro que te tengo, puedo tenerte mañana, contemplarte. Ya sé que es la última vez, la despedida, no te encontraré más, no podré acomodarme nuevamente, esperarte, tener los minutos de tí, tu caminar, tus manos, tu figura, de diosa, de Medio Oriente, del Templo del Sol. Ya no quiero estar tras la comitiva, en busca de un reportaje, un encuentro, una razón, si te acuerdas de nuestro encuentro, los negocios, si piensas en mí, quieres continuar el cuento, consentirte, consentirnos. Desde la estación, hasta la carroza, como vez, has sido mi chica de revista, de mis antojos, mis abrazos, y he sido tu enamorado, tu compinche. Solo gracias, estuviste fantástica, noble, dulce. Una rosa, una golosina.
Comentarios
Aquí también, pero me falta que agarren mi mano, caminen a mi lado, ahora, por siempre. :)