El mundo sin Cabaña
El mundo sin música, sin la florecita, la colegiala, sin chicas, educadas, en la “Okiya”, la “Acadé”, en las gracias, del baile, del canto, del encanto. ¿Cómo sería un mundo así? Lo sabré, lo viviré, por ahora, estos días, en temporada, mientras todos se fueron, de asueto, a pasear, al paisaje, al parque temático. Yo también, mi empresa, mi crepería, hemos cerrado por vacaciones, así que, hasta unos días, no está abierto, no hay hemeroteca, o Museo del Cine de Torino, no organizaré, “quedada”, comparsas, el Tren de la Sabana, “coriandolli”, no tendré fetiches, objetos de deseo, fantasías, engancharse, será “Cuando acaba el placer”. Bueno, ya lo hice, en la era de la fobia, fue estupendo, un descanso “merecidisísimo”, como hoy, es que es “vipassana”, guardar silencio, no dejar huella, pero hay descanso, liberación, el cuerpo, los órganos, descansamos, pesamos menos. Podemos ver el partido, ir al Pub, a Copacabana, a ver a María, las garotas, el “Voley”, como en la estación, la plaza, tras las palmeras, en la plaza, las buenamozas, con su barquillo, de arazá, maracuyá. O también ir al “Lido”, el “Moulin Rouge”, pedir una mesa, un “Dry”, una camarera, aquello de seda, de Memphis, frágil, escandaloso. Por unos días, hacer, sentir, como todo el mundo, decir “Qué linda”, sin paseo, o notario, o caminar, sin paraguas, o gramola. Pero es como aburrido, como ir a donde siempre, comer como siempre, resolver los problemas, listo, menos el problema de probar algo nuevo, abrir la mente, caminar una legua más. El convencional, no tiene hábito de escritor, o de artista, no tiene unas Onces, o qué escribir, una historia qué contar, unas postales, con fuente “Annonce”, con figuritas de los 50', unos cuentos, de una campaña, una conquista, una fiesta, en la Zona Rosa, la Mezquita, con toda su gente, los himnos, donde sea el héroe, y su “niña” es la figura, y le canta, y la contempla. Pero eso sí, está eximido, de encontrarse en la puerta del club, sin dinero, para la obra, hacer su película, para comer, vestirse después del estreno, o de complicarse, "hacerse una melodía", engancharse, mendigar, perpetuamente, ser un fantasma hambriento, y lo que ha sido “bello”, “sexy”, gustó de primerazo, se volvió una roca, que no se desnuda, no despierta, junto al fuego, en un abrazo. Me siento perdido, entre ser simple, hacer la fácil, disfrutar responsablemente, y ser un artista, imaginar, soñar, prerpetuamente. El mundo sin Cabaña, es descomplicado, “Zen”, sin dejar huella, normal, pero sin museo, galería de arte, Grand Premiere, aquello original, rebelde. Estos días no abriré, me encontraré con las flores, del desierto, de la India, contemplaré, las mejores piernas, las mejores siluetas, brindaré con vermouth, al aire libre, y adquiriré opciones, para cuando vuelva, a la mesa de dibujo, el taller, no sea tan hostigante, perdure, las chicas vivan, como en su jardín, florezcan, vuelvan a nacer, hagan parte, aquí, ahora.
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