Esperando

Como en la audición para cenar con la diva, o la princesa, con vista a la ciudad. Como madrugando, a cuidar la semilla, la tierra, porque va a dar una rosa, carmín, erguida, portentosa. Yo también tengo una jardinera, una pala, estoy cultivando un retoño, me lo encontré, escondido, tras las demás flores, del resto del jardín, sin quién lo cuide, o quien pase por ahí, lo atienda; y yo me creo, ya firmé un contrato, con la Súper, con “stakeholders”, que será un ser bello, todavía, será una golosina, la única heredera, una corista, bailará en el Solís, se pondrá un clavel en su cabello, usará Yves, Christian, caminando en puntas. Para mí, la gracia, el querer, no tiene edad, aunque sea una señora, una niña, ella es una niña, sea desordenado, se vale ser un príncipe, el héroe de la novela. Pues, para mí, también es una carga, como comprar los chicles, y venderlos en el colegio, a precio de Londres, de Oslo. Así pasó también en la era del colegio, la Coca Cola, me quedé, esperando, en la estación del tren, a una niña, a cuidar otro retoño, a verla regresar, hecha una diosa, y me perdí del mundo, de las bailarinas, las animadoras del equipo. La vida es lo que ocurre, mientras me dedico a mover tierra, cuidar semillas, esperar manzanas, frutos rojos. Todo es como tan a largo plazo, industrial, político, como en el congreso, tomando medidas, proyectando la empresa, la competencia, la venganza, contra el sistema, el club, la política misma. Yo también tengo intereses de por medio, el baile de las flores, regresar como en las novelas, después de ser un fulano, ser un heredero, un terrateniente, darle una lección a los tiranos, lo que no tenía con paciencia, ahora sí, con poder. Me veo al espejo, todo sigue igual, un tontito, y qué bueno es darse cuenta, verlo desde la barrera. Bueno, acerca de los proyectos, ya estoy entrevistándome, con más publicistas, a ver cómo atenderlos, a ver cómo ser un jardinero, un buen padrino, sin ser tan paciente, tan inocente, no tocar ese retoño, en su edad tierna, y además me siento abanderado de la ternura. Es una niña, de la nueva era, después de los atentados, todavía jugando en su cuarto, aislada del mundo de los grandes, rígido, político. No tiene por qué cargarse con cosas de grandes, y yo tampoco. Yo vengo a jugar, no me dejen olvidar de jugar, tal vez sea como en Disney, como lo que fueron Carlo y Sofía, no sé.

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