¿Qué es La Cabaña?

No es el refugio, el escondite, en las afueras del mundo. No es un espacio privado, exclusivo, ido del mundo, un vino, un tocadiscos, blues, fox. No es la música de cuna, de “pin-up”, “a go-gó”, en voz de niña, piel de mujer, que me pone en evidencia, o me hace sonrojar. No es la que me recuerda que me recibieron manos de mujer, me consintieron, me hicieron sentir de piel también, vulnerable, consentidor. La Cabaña también está, aquí, donde yo me quede. Donde nos quedemos. Todos tenemos una cabaña, un refugio, donde no nos vean, escaparnos, con nuestras chicas, ellas sus chicos, nuestras canciones, nuestros juegos, nuestras fantasías. Es como en el colegio, el bazar, preguntar por la niña, que está, en la vitrina, en mini, en tacones, bailando, cantando, tener ganas de convidarla a cine, o al mirador. Es escuchar una canción con el cuerpo, ser un cuerpo de música. Así como descargas en la espalda, unas corrientes de mar en el pecho, ponerse la piel de gallina, o mejillas de tomate. Un rato de no cubrirse de barro, no jugar rudo, sin mercurio, sin garra. Es lo que hay, sigue, después de la lucha, el “rafting”, el ser hombre. Escaparse del cuerpo ordinario, alcanzar otra cumbre, sin el cuerpo, desear sin deseo, desear una sonrisa, una mirada, un caminar. Deseo, hambre, explosión, puro, impecable, inocente. Es mi primera fiesta de cumpleaños, abrazado por la chica de los patines, del hula - hula, de arco iris, carmín, seda. Es jugar otra vez con el minicomponente, cubrir la casa de discos, revistas, casetes, pasar las páginas, rebobinar, jugar a perder, y encontrar a la chica, a las escondidas con la chica de la foto, la que canta, contar mientras se escapa en la Multimedia, y emocionarse al encontrarla, como la primera vez, “está cantando”, “está en minifalda”, iluminarse, hacer una fiesta. Es la chica, su música, su baile, pasión, locura, un sentimiento “pentimento”, con mi amor, a todas partes, copamos Bogotá, el Colón, el Solís, el Gran Teatro, “locales otra vez”, “hojas de papel volando”, “carnaval toda la vida”. Es también el guayabo al día siguiente, no querer ir a clase o a la oficina, o encontrarse en un vacío, saber ya por qué, cuando ya no es lo mismo, después de la convivencia. Pues, como en todo, es desgastante, posesivo, absorbe mi energía, no me deja estar aquí ahora.Yo tengo muchas cosas qué hacer, mi estudio, coleccionar, acumular recuerdos, cachivaches, no ayuda mucho, entonces mejor suelto, dejo que el universo fluya, dejo libre a mi amor, mis chicas, platónicas, sin línea de tiempo, con cada una, a su tiempo, ha sido inolvidable, exquisito, no nos retengamos, volemos. Eso sí, en mi casa, en la chocolatera, pueden pasar cuando deseen, me gustan las visitas.

Comentarios

Juan Tune ha dicho que…
es un vicio también, sienta, envuelve, se necesita (:

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