Eres única

Caminando por el bazar, el salón de baile, ahora, la ciudad amurallada, de paseo, como la niña, la florecita acústica, muñeca, “blues”, va pasando, con su cabello castaño, tierra, fuego, con su piel rosada, en pasos cortos, altos, “slow”, es la niña, no, no es la niña. Es una chica guerrera, “indie”, “performer”, más vistosa, no es indiferente, queremos invitarla un postre, un aperitivo, a la terraza, a ver los cerros, a ver el mar. Un girasol, gerbera, jazmin, flor de la sonrisa, de la suerte, está, en todo momento, en la gran gala, el evento, la “premiere”, la fiesta, de algodón, de seda; me recibe, me acompaña, se queda conmigo, me da las buenas nuevas, el tiempo pasa, y ha sido una gran tertulia, a la antigua; es despreocupada, gentil, un sol después de la granizada; no falta, está, de traje, como en la ópera, el Lido; es una brisa, un toque, los mejores colores, rosa palo, fiusha, como en el bazar, el “baby”, una palmera, firme, alta, ahí está, arriba de mí, sobre porcelanas. O también, en Oriente, por el camino de Valentino, Lawrence de Arabia, nativa, del desierto, Persia, Cachemira, con sus atavíos, sus colores, sus pasos suaves. Es el estudio, el “videoclip”, de la colegiala, después de clase, en su tocador, en el barrio colonial, un gato en su alcoba, en los tejados; es mi sobremesa, después de la música de la muñeca, la cortubí, la rola, después del “derby del ballroom”. Escucho aquella música, que me desvela, a mi paisano lo ha enamorado, la escucho, en su cumpleaños, su gran velada, convidándola a Barrio Norte, la Campania, a la hora del tinto espumoso, el Campari, el Martini, viéndola caminar, sonrojarse, luciéndose. Después de los deberes, vamos a ser don niños, underground, “hip hop”, descomplicados; y el día del cóctel, seamos famosos, “rockers”, “punk”, “glam”, en charol, porcelanas, de plataforma, Suipacha, Milán. Mereces el amor, no lo pierdas, no pierdas tu simpatía, no te angusties. Una en un millón.